El comercio justo garantiza que, para producir lo que consumes, se han respetado los derechos humanos y laborales de las personas productoras en los países empobrecidos, no se ha utilizado mano de obra infantil, se ha garantizado la igualdad entre mujeres y hombres, y se ha protegido la naturaleza.
El comercio justo nació hace más de 60 años como una alternativa al comercio tradicional. Sus objetivos son mejorar el acceso al mercado de las comunidades productoras más desfavorecidas y cambiar las reglas injustas del comercio internacional que consolidan la pobreza y la desigualdad.
El comercio justo es, así, una herramienta muy eficaz de la cooperación internacional imprescindible para la erradicación de la pobreza. También es una forma de sensibilizar e impulsar un consumo más responsable.